FASCISMO ESTIMULANTE

Cuando todavía no nos hemos recuperado del shock que ha supuesto la fuerte irrupción de un partido fascista en el Parlamento -algo sobre lo que, ingenuamente, nos creíamos vacunadas-, empiezan a producirse movimientos para configurar un difícil gobierno de izquierdas. 

Nuestro sindicato, y la mayoría de organizaciones de talante social, abogan por la constitución de un Ejecutivo de ese signo, toda vez que, a priori, resulta ser más receptivo a las demandas de los colectivos más desfavorecidos. No olvidemos que muchas personas a las que la anterior crisis golpeó, están muy lejos de haberse recuperado. 

Se perdió una ocasión de oro hace poco, al no cuajar los contactos establecidos en el seno de la izquierda, y resulta difícil no culpar al presidente en funciones de una interesada -luego fallida- operación electoral especulativa dirigida a procurarse mayor margen de representación en las cámaras, fagocitando a otras fuerzas. 

En el momento actual  es bastante más complicado tejer un acuerdo que permita la estabilidad de gobierno, pero parece que la advertencia de una extrema derecha en auge, y de una derecha moderada que no le hace ascos a compartir el carné de baile con los ultramontanos, está dando alas a la posibilidad de revivir las esperanzas que se frustraron hace dos meses.