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miércoles, 25 de septiembre de 2019





¿DEBEN LAS ADMINISTRACIONES RESPONDER ANTE LAS HECATOMBES EMPRESARIALES? EN SU CASO... ¿CÓMO?

El episodio de la muerte anunciada del histórico operador turístico Thomas Cook está haciendo verter ríos de tinta. En nuestra Comunidad, la incidencia de esta crisis amenaza con repercutir en muchos ámbitos de la economía, por el grado de dependencia que tenemos respecto a la actividad turística, y por el peso específico de esa gran empresa en dicho sector.  

Se ha dicho que la operación de repatriación de los ciudadanos británicos vacacionando en diversos lugares del mundo sería la mayor de la historia de ese país en tiempos de paz (afectaría a unas 150.000 personas, nada menos). Hasta tal punto resulta compleja, que ha sido bautizada como Matterhorn (o Cervino, en español), en referencia a la dificultad que entraña el ascenso a esa peligrosa montaña alpina.  

Una de las cuestiones que se plantean es si los Estados deben asumir el papel de salvadores de las víctimas de una mala gestión privada -se dice que la compañía mantenía un modelo de negocio al margen de las nuevas formas de contratación que internet permite y que sus directivos, manifiesto ya el declive, seguían percibiendo jugosos sueldos y primas-.  

En un país donde el destino de los dineros públicos es objeto de un riguroso escrutinio -hasta el punto de haber cuestionado su sanidad pública la atención quirúrgica a personas obesas o fumadoras-, no parece que la iniciativa del gobierno británico haya provocado una reacción desfavorable en la opinión pública ("me podría haber pasado a mí").

Por suerte o por desgracia para la Administración británica, la experiencia previa que le proporcionó la quiebra en 2017 de la aerolínea Monarch, le ha servido enormemente en esta ocasión. Aquella vez, hubo de repatriar a más de 100.000 personas, alquilando más de 60 aeronaves, y consiguiendo que el 98% de las personas afectadas pudieran volver a casa pocas horas después del momento previsto inicialmente para el regreso. 

Ese brillante precedente supuso para el artífice de semejante proeza, Eirik Pitkethly, quien era a la sazón subdirector de estrategia de aviación en el Departamento de Transporte, que le fuera otorgado el premio de excelencia funcionarial. En su momento declararía al respecto: "A veces, como funcionario público, puedes concentrarte  únicamente en evaluar el impacto de todo y quedar atrapado en una auto-reflexión casi crítica. El premio nos obligó a volver atrás, y darnos cuenta de que había sido un episodio especial".

fuentes: Varias, y  https://www.civilserviceworld.com (en inglés)